¿De qué va el libro?
24 horas en la vida de una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Francesa, el gran arquitecto del Terror.
El día 9 de Termidor (27 de julio de 1794) supuso un punto de inflexión en la historia de la Revolución Francesa. A medianoche, Maximilien Robespierre, el miembro más relevante del comité de Salvación Pública que había dirigido Francia durante más de un año, hacía frente a un complot que amenazaba su vida y ponía en peligro el curso de la Revolución.
A la medianoche siguiente, tras 24 horas llenas de incertidumbre, sorpresas y contratiempos, su mundo está patas arriba. Considerado un forajido, en busca y captura acusado de conspirar contra la República, Robespierre se ve acorralado y siente que su vida y su carrera revolucionaria están acabadas. Durante el forcejeo de su arresto recibe un disparo y, el día siguiente, medio muerto, calumniado y ante el regocijo popular es víctima de la guillotina.
La caída de Robespierre es un frenético viaje al Paris revolucionario en el que hora a hora, minuto a minuto, vemos los acontecimientos que llevaron a la muerte de Robespierre, desde los pequeños detalles a los eventos más trascendentales de la Revolución.
¿Qué me ha parecido?
Colin Jones, a modo de director de película, nos lleva de la mano a una época que nos recuerda a los libros de Dumas, cuando los reyes y las reinas organizaban bailes de salón repletos de comida y plumas para provocarse el vómito y poder seguir comiendo a placer, mientras los aristócratas urdían su madeja de lana de intrigas y traiciones entre bambalinas.
Te aseguro que nunca has leído de forma tan amena nada referente a la Francia revolucionaria.
Todo estaba por hacer, las posibles bifurcaciones que podía tomar la historia se iban multiplicando día a día, y todo dependía de una serie de personas y de sus decisiones (acertadas o no). Así, Jones nos propone un día vertiginoso donde los sucesos van pasando a toda velocidad. De lo poco a lo mucho.
Son 24 horas de infarto, que me han recordado a la serie de Jack Bauer, pero en una época medieval. También me ha traído a la memoria la saga de Tronos de Martin.
Las traiciones, los cabecillas, las malas intenciones, la gente pura que no lo es tanto, los espías encubiertos y descubiertos con dobles intenciones y aspiraciones más o menos lícitas. La iglesia de fondo, con sus tejemanejes y curas que predican una fe que no están en posición de comprender y, desde luego, apenas sienten.
Este es un libro sobre las personas, pero también lo es sobre el PODER. Y lo pongo con mayúsculas.
Hay un pasaje muy perturbador, donde se explica con todo lujo de detalles esas calles tan encharcadas en sangre que provocan un terrible hedor que impide a los lugareños de París hacer vida normal, pues las ejecuciones a guillotina se suceden tan rápidamente que la sangre se convierte en ríos. El lector o la lectora pueden imaginarse a las moscas zumbando alrededor de esos adoquines rojos, el ruido, los gritos de clemencia, el metal cayendo, la cabeza rodando, el horror y la diversión en los ojos de las personas reunidas. Morbo. Así era el ‘Sálvame’ de la Revolución Francesa.
La hez es tal, que hasta aparecen pasajes de un diario de un ricachón donde anota los escarceos amorosos con su amante seguidos del tiempo diario y las ejecuciones, en una mezcolanza patética y horrible, que te hace ponerte en la situación en la que estaba Francia en aquel momento. El mundo era gris y sucio, como un paisaje hecho con acuarelas donde quien mueve el pincel ha mezclado tantos colores sin sentido que el pigmento se ha tornado de un tono gris tirando a marrón.
Jones escribe y describe con precisión, rociando, de paso, la lectura, con una suculenta bibliografía y multitud de anotaciones, creo que son como cien páginas.
Cuando empecé el libro temía que fuera demasiado denso para poder hacerla del tirón, que fuera de esos donde tienes que leer medio capítulo, como mucho, al día, para que no te dé un infarto, pero no es así, porque el estilo de Jones es sencillo. No está sobrecargado, pese a las cien páginas de bibliografía, se agradece, por cierto, que no haya una inundación de notas al pie, ni tienes que estar continuamente yendo atrás a revisar la información. Además, como todo el libro tiene un ritmo muy rápido, y como pasan muchas cosas en muy poco tiempo, no te aburre.
Es uno de los primeros libros de historia que reseño para el blog. Me duró un día y medio. No es mucho para tener 500 páginas de lectura real (la bibliografía ni la cuento). Pero es que la temática me gusta mucho, y la lectura se me hizo muy amena.
Me he dado cuenta de lo poco que sabía sobre el personaje principal, Robespierre, aunque lo había estudiado durante la secundaria y el bachillerato. Me ha traído a la memoria a todos los políticos actuales, y me he encontrado pensando en su modo de hablar ante el público. No hallo en ellos (l@s de ahora), esa maña intelectual de la que se cuenta que tenía Robespierre. No veo esa capacidad de mover a las masas, de avergonzar con la palabra a los contrarios sin faltar al respeto. Pero sí veo esa necesidad de dominar a todo el mundo, esa vanagloria y esa patética necesidad de ser idolotrad@s sin motivo aparente.
Dicen que hay que conocer la historia para evitar caer en los errores del pasado, pero no veo que eso pueda ser operativo. Lo cierto es que, de todo el libro, me quedo con esa bajeza moral de la mayoría de las personas que aparecen, y con ese desasosiego que me ha producido darme cuenta de que el tiempo pasado no fue mejor, y el actual es más de lo mismo (y casi te diría que hasta peor).
El libro lo recomiendo porque se lee muy rápido. Está muy bien escrito y no aburre. Me parece un poco caro, eso sí, porque sale como 26 euros, pero la edición es un lujazo, y son 600 páginas, así que tampoco resulta un robo.
Si te apasiona la historia, en especial la relativa a la Revolución Francesa, te encantará, porque contiene infinita información, que sorprende por lo detallada, y no se hace para nada largo.
Muy recomendable.
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