martes, 15 de diciembre de 2020

Entrevista a Elia Barceló -entrevistas a autores/as


 

La primera pregunta es obligada, ¿qué tal llevan el bichito de marras?

Me figuro que, como todo el mundo, bastante harta de la falta de libertad y del cambio que se ha operado en nuestras vidas, y algo decepcionada por la falta de imaginación de todos los gobiernos al hacer frente a la crisis, pero con la esperanza de que pronto vuelva a estar la situación bajo control.

La segunda pregunta será sencilla, para calentar motores. Solo debe completar la frase: lo que más me caracteriza como escritora de ficción es…

…el amor por mis personajes, el tiempo, los secretos.

 

Acaba de publicar ‘La noche de plata’, de la mano de Roca Editorial. ¿Cómo, cuándo y por qué se gestó este libro? Cuéntenos de paso en qué influyeron sus editoras si es tan amable, ya que las menciona al final.

 

Después de muchos años de darle vueltas al tema de las desapariciones infantiles y de los delitos cometidos contra niños y niñas, que apenas si tienen eco en la prensa y en la vida “normal”, decidí que ya estaba lista para abordarlo en una novela. Era necesario tratarlo desde dentro del género negro, pero, a la vez, quería que fuera una novela sin más, una novela en la que los personajes -todos- son fundamentales y hubiera más líneas argumentales, que la cosa no se redujera simplemente a descubrir al culpable. Mis editoras fueron enormemente comprensivas y respetuosas con lo que yo quería hacer y en ningún momento intentaron cambiar nada ni influenciarme para que hiciera otra cosa. Eso es algo que agradezco mucho, porque cuando me planteo una nueva novela, suelo tener muy claro qué tono va a tener, qué color, qué ritmo, y es fundamental para mí poder trabajar sin presiones ni interferencias. Cuando está lista, entonces ya pueden leerla y comentar, pero no antes.

 

¿Por qué una historia sobre niños y niñas a los que les pasan cosas malas? ¿No estamos bastante mal ya?

Estamos muy mal en muchas cosas, sí, pero, como nos estamos convirtiendo en una sociedad infantilizada y sobreprotectora, muchas de esas cosas que deberíamos conocer y sobre las que deberíamos reflexionar y tomar postura no nos llegan “para no herirnos”. No hay más que ver la moda estadounidense de que antes de cualquier serie o película o novela, aparecen las etiquetas de “sensibilidad” (cuidado, aquí hay suicidio, esclavitud, violación, bulimia...), como si fuéramos criaturitas a las que hay que ocultar todo lo feo y doloroso del mundo.

El hecho de no saber una cosa no significa que vaya a desaparecer. Al revés, cuanta menos atención se le dedique, más fácil lo tienen los delincuentes, los abusadores, los violadores, los asesinos. Yo he intentado escribir una novela respetuosa, sin escenas escabrosas, que no convierta al lector en cómplice de un crimen, pero me parece importante saber la cantidad de peligros a los que están expuestos los niños y niñas, considerando la cantidad de criminales pedófilos que hay en este mundo.

 

Con su libro me pasa como con la trilogía de Carmen Mola, que mi madre dice que fue escrita por un policía porque de lo contario no se entiende esa capacidad de ponerse en su piel. Háblenos un poco sobre cómo la escritura de ‘La noche de plata’. ¿Hubo mucha investigación? ¿Cómo sabe cuándo tiene suficientes datos y debe ponerse a escribir?

 

En general paso de uno a dos años documentándome para cada novela, pero lo hago mientras escribo otra que no tiene nada que ver y para la que ya me había documentado antes. De ese modo “vivo” en paralelo dos temas o dos historias. Cuando termino la que estoy escribiendo, suelo tener ya bastante información para pasar a la siguiente y, si en el proceso me doy cuenta de que me falta algo, sigo investigando mientras escribo. Es un perpetuum mobile con el que me siento muy a gusto.

En cuanto a la capacidad de ponerme en la piel de mis personajes, supongo que una parte es una empatía natural con la que he nacido y que he ido desarrollando a través de mi vida y otra parte es la que he ido aprendiendo a base de lecturas y películas y de hacer teatro, como actriz y como directora. Ponerse en la piel de otro tiene mucho de capacidad aprendida. Tienes que esforzarte en entender cómo piensa alguien que no eres tú, y por qué, y darte cuenta de que muchas cosas son comunes a todos los seres humanos, y unas cuantas son exclusivas de cada persona y son las que la hacen única.

 

¿Es de revisar mucho lo que escribe?

Cada vez que me siento a escribir (a diario si es posible) reviso las últimas tres o cuatro escenas, lo que significa que cada escena es revisada un mínimo de tres veces durante el proceso de escritura. Luego reviso capítulos completos para controlar el ritmo, y los leo en voz alta para ver si suenan como yo los oigo dentro. Cuando llego al final, dejo dormir el texto un par de semanas y vuelvo a leerlo “con ojos limpios” (al menos eso intento), corrijo lo necesario y lo doy por bueno. Después de que lo hayan leído mis “lectores cero” reviso sus comentarios y los incorporo si me parece procedente. Luego hago lo mismo con mis editoras, pero llega un momento en que el texto ya está y puedo darlo al público. No soy poeta; no me parece necesario pasar años y años dándole vueltas a cada frase y a cada palabra.

 

¿Un/a escritor/a nace o se hace?

Nacer con el talento de fabular ayuda mucho, la verdad. Pero no es todo, claro. Una vez que una tiene esa característica o don o como queramos llamarlo, y se le ocurren historias constantemente, entonces tiene que aprender a escribir, a poner por escrito todo ese magma que burbujea en su mente. A eso se puede aprender, y cuanto más leas y escribas y te fijes en los modelos a los que admiras, y pruebes, y copies, etc. etc, mejor lo harás. Tienes que dominar tu lengua, que es la única herramienta de la que dispone un escritor o escritora, tienes que amar apasionadamente tu instrumento, y pulirlo y afinarlo constantemente. A eso también se aprende, aunque cuesta mucho tiempo y esfuerzo. Hay que echarle ganas, trabajo y disciplina. A inventar historias interesantes ya no es tan fácil aprender si no tienes la predisposición a fabular, pero incluso eso se puede estimular y también mejora con el tiempo. Puedes convertirte en un profesional competente si te esfuerzas. Lo que no se puede aprender es a tener esa chispa especial que unos tienen y otros no.

 

Usted, como muchos otros escritores antes, coloca como protagonista a una detective que ha perdido lo que más amaba. ¿No se concibe una buena novela negra sin un poli con pasado turbio? Quiero decir, ¿debe sí o sí estar?

No creo que sea indispensable. En el mundo real, estoy segura de que hay un montón de policías que no tienen ningún trauma grave ni han perdido a nadie en circunstancias trágicas, -por fortuna-, pero en una novela resulta más interesante para la lectora o lector trabajar con personajes de los que no lo sabes todo en el primer momento y que ocultan algo en su pasado. De todas formas, casi todo ser humano de más de cuarenta años ha sufrido en algún momento de su vida (y mucha gente, aun jovencísima, ya ha tenido su ración de dolor) y es más fácil identificarse con un personaje que sufre. Por lo demás, aparte de esa única tragedia en su pasado, Carola es una mujer bastante normal que ha sido razonablemente feliz en su vida. Y Wolf es un comisario de policía que no tiene en su pasado nada turbio ni terrible, salvo algunos de los casos en los que ha tenido que trabajar. Ni es depresivo, ni se droga, ni está peleado con su hija ni nada de lo que suele verse en las novelas negras escandinavas.

Pero si todos son muy felices y no tienen nada que ocultar, la novela ya no es negra, sino blanca, y corre el riesgo, además, de resultar más bien aburrida.

 

Me ha sorprendido un poco que el tiempo narrativo fuera en pasado en lugar de en presente, como todas esas historias que están publicándose ahora mismo y que tanto éxito tienen. ¿Por qué eligió ese modo de narrar y no otro?

Porque yo escribo cada novela de la forma que creo que esa novela concreta necesita. Nunca pienso en lo que “se lleva” o “vende”. He usado el presente en ocasiones en otras historias, pero esta no es una trama “trepidante” ni de “tictac” como dicen ahora tantas veces. Es una novela pausada, que se va acelerando, pero que no necesita coger al lector del cuello en la primera frase y fingir que todo está sucediendo delante de sus narices, abusando del uso del presente, como si fuera el comentario de un partido de fútbol. Prefiero el pasado narrativo clásico para “La noche de plata”. Es más elegante.

 

Por curiosidad, el personaje de Wolf es recurrente en su literatura. ¿Por qué tenía que estar aquí? ¿Y por qué ese personaje y no otro?

Aparte de que Wolf y yo somos buenos amigos y hemos “trabajado” juntos en cuatro novelas a lo largo de veinte años, necesitaba un buen policía en Viena, y lo tenía muy a mano, de modo que lo volví a llamar. Es un hombre a quien conozco bien y aprecio mucho, como persona y como policía, y sabía que no me iba a defraudar.

 

Una vez leída su novela, me surge una pregunta: ¿El ser humano le genera miedo? ¿Hay que estar atent@s?

Yo separo mucho entre mi yo “normal” y mi yo “de escritora”. A mi yo normal los seres humanos no le dan miedo porque he tenido mucha suerte en la vida y me he criado y desarrollado entre personas estupendas. Tengo la sensación de que hay más gente buena que mala y por eso no voy por el mundo asustada. Para mi yo de escritora, sin embargo, las cosas son diferentes. He leído y visionado mucho -me refiero ahora a ensayos, estudios, estadísticas, artículos, crónicas, documentales- y sé que este mundo está lleno de peligros y de gente realmente terrible, malvada, cruel, aunque yo haya tenido la suerte de no toparme con ellos en mi realidad. En este caso concreto de los delitos contra menores, por ejemplo, me parece importante tener los ojos abiertos, fijarse en las niñas y niños con los que uno se encuentra, ver si están con alguien que los trata bien o si están sufriendo abusos, o si están siendo secuestrados, tener el valor de inmiscuirse si existe la menor duda al respecto.

 

En su opinión, ¿qué define una buena novela negra?

Una de las cosas más importantes para mí es que apele no solo al intelecto del lector sino también a sus emociones. Cabeza y corazón. Que me haga reflexionar, que me estimule a ver cosas que nunca había visto o en las que no me había fijado, que me muestre la oscuridad de donde yo solo veía luz, y que me lleve a identificarme con personajes que no son como yo, pero a quienes, por la magia de la literatura, puedo comprender, aunque los desprecie o los tema.

 

Usted ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. ¿Qué le hizo cambiar de registro? ¿Ya no le llama la novela para adolescentes? ¿No piensa volver al género?

Llevo veinte años combinando la escritura de novelas para adultos y novelas para jóvenes y es algo que pienso seguir haciendo, igual que cambio de géneros y lo mismo escribo fantástico que realismo. Escribir para jóvenes es simplemente escribir para lectores menos experimentados y crear lectores para el futuro. Conozco a muchas personas adultas que, precisamente porque nunca se habían aficionado a la lectura, han empezado a leer novelas juveniles y están encantados porque, gracias a ellas, han descubierto lo estupendo que es leer.

Mientras el cerebro me lo permita, seguiré escribiendo historias de todo tipo y para todos los públicos.

 

Por curiosidad, ¿qué está leyendo ahora? ¿Puede recomendarnos algo?

Estoy acabando “Yggdrasil”, una estupenda novela de ciencia ficción de grandes escenarios, de Rodolfo Martínez, y he empezado la nueva traducción al inglés de “La odisea”, de Homero, un magnífico trabajo de Emily Wilson que te da la sensación de que estás leyendo esa historia por primera vez, con un ritmo y un entusiasmo nuevos, sin esa prosa hinchada que entorpecía la comunicación. Ambas muy recomendables.

 

Última pregunta para no atosigar: ¿qué será lo próximo?

Si no cambian las cosas, lo próximo será la reedición de una de mis novelas favoritas que, en el momento de su publicación, por circunstancias editoriales, no consiguió llegar bien al público español, pero a cambio tuvo un gran éxito en Alemania y en otros países. Se llama “Disfraces terribles” y es una novela de misterios literarios con unos personajes maravillosos y una ambientación muy evocadora, que sucede en París y en Roma, en el pasado y en el presente.

Naturalmente ya estoy escribiendo otra novela, negra de nuevo, pero con un tema más ligero que “La noche de plata” y más factor lúdico. Y no puedo decir más...

 

¡Gracias!

A continuación, os dejo el twitter de la autora:

Twitter.

Este es el tráiler de su último libro. 

 

 

 

 

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