¿De qué va el libro?
Georges Duroy, un ex suboficial que ha servido en Argelia, malvive en
París con un empleo sin futuro. Tres francos con cuarenta céntimos es lo
que tiene en el bolsillo al empezar la novela, lo que equivale «a dos
cenas sin almuerzo, o a dos almuerzos sin cena, a elegir». Pero un
fortuito encuentro con un antiguo compañero del ejército, que ahora es
redactor político de un periódico influyente, va a cambiar su vida.
Iniciado por su amigo en el periodismo, ese oficio de «quienes despachan
la comedia humana cobrando por líneas», se encuentra de pronto rozando
los círculos del dinero y el poder. Joven y apuesto, pronto se da cuenta
que a través de las mujeres «se llega más deprisa»; ve, además, que,
aunque no le sobren luces ni talento, lo importante para triunfar es «el
deseo de triunfar». Buen Amigo (Bel-Ami) (1885) avanza a
golpes de deseo y de ambición, «vanidad halagada y sensualidad
satisfecha»: bajo su férula caen amantes, matrimonios, herederas y
ministros. Maupassant dijo que su héroe era «un aventurero parecido a
los que vemos cada día por París y que se encuentran en todas las
profesiones existentes». Siguen encontrándose en todas partes, y por eso
esta magnífica novela no ha perdido ni un ápice de vigencia.
¿Qué me ha parecido?
1. Introducción: El oportunismo como arte narrativo
En el panorama de la novela francesa de finales del siglo XIX, Bel-Ami de Guy de Maupassant se alza como una obra brutalmente lúcida sobre la ambición, el poder y la moralidad como accesorio prescindible. Publicada en 1885, esta novela puede ser leída como una sátira despiadada de la sociedad burguesa y como una crónica amarga de un individuo que hace del oportunismo su religión. En esta reseña crítica, abordaremos la novela desde sus elementos estilísticos, temáticos y narrativos, la compararemos con obras de su época y analizaremos la edición de Alba Minus, publicada por Alba Editorial, como puerta de entrada contemporánea a esta obra inquietante.
2. Estilo: Claridad, precisión y frialdad quirúrgica
Maupassant fue discípulo de Gustave Flaubert y, como su maestro, hizo de la precisión una virtud literaria. El estilo de Bel-Ami se caracteriza por una prosa limpia, sobria, sin ornamentos superfluos. Cada palabra está al servicio de la historia. A diferencia de los excesos líricos de algunos de sus contemporáneos, Maupassant practica una escritura casi clínica. Esta sobriedad potencia el retrato de su protagonista: Georges Duroy no es un héroe romántico, sino un cínico disfrazado de seductor.
La narración en tercera persona se mantiene mayormente adherida a la conciencia del protagonista, aunque sin caer en la introspección psicologista. El narrador es observador y cruel, distante pero punzante. La ironía fluye en el subtexto más que en las frases explícitas, y el lector se convierte en cómplice de un espectáculo de corrupción moral sin redención.
3. Argumento: El éxito como tragedia banal
Georges Duroy, un ex suboficial sin fortuna ni talento literario, inicia su ascenso social gracias a la ayuda de un antiguo compañero, Forestier, quien lo introduce en el mundo del periodismo. Lo que sigue es un recorrido implacable: Duroy seduce a mujeres, traiciona amistades, manipula situaciones y, sin demostrar cualidades especiales, logra escalar posiciones hasta convertirse en uno de los hombres más influyentes de París.
Este argumento podría parecer propio de una novela picaresca, pero Maupassant transforma la anécdota en un examen clínico de la decadencia moral de la sociedad parisina. No hay en Duroy un deseo de justicia, ni siquiera una motivación ideológica: su motor es el deseo de poder y reconocimiento, sin importar los medios. Su triunfo no es glorioso: es una victoria vacía, un monumento a la hipocresía.
4. Los personajes: Espejos rotos de una sociedad hipócrita
Georges Duroy, también conocido como "Bel-Ami" (buen amigo), no es un personaje complejo en el sentido tradicional. No tiene profundidad emocional, ni una vida interior rica. Precisamente por eso resulta tan perturbador. Es una máscara, un recipiente de deseos oportunistas. Su falta de escrúpulos no se presenta como maldad, sino como una lógica adaptativa ante una sociedad que recompensa la simulación.
Las mujeres de la novela son tanto víctimas como cómplices. Madeleine Forestier es una figura fascinante: inteligente, ambiciosa, frustrada por las limitaciones que impone el sistema patriarcal. Clotilde de Marelle, por otro lado, representa la pasión sin control, mientras que Suzanne Walter encarna la ingenuidad peligrosa. Todas, de alguna forma, permiten o alimentan el ascenso de Duroy, lo que refuerza la idea de una sociedad donde el cinismo es estructural y compartido.
Incluso los personajes secundarios —el periodista Norbert de Varenne, el banquero Walter, el propio Forestier— están dibujados con una mezcla de compasión y sarcasmo. Maupassant no demoniza a nadie, pero tampoco idealiza. Todos son engranajes de una maquinaria social podrida.
5. Lenguaje: Frialdad como forma de crítica
El lenguaje de Maupassant es eficaz y contenido. Se evita el dramatismo. Las escenas de traición, de manipulación o de conquista amorosa están escritas con una sobriedad que las vuelve aún más perturbadoras. La violencia no necesita gritos; el lenguaje del poder, del dinero y de la conveniencia basta para generar horror.
La precisión léxica se pone al servicio de una visión materialista del mundo. Los cuerpos, las ropas, las posesiones: todo es descrito con minuciosidad, como si los personajes fueran objetos intercambiables en un gran mercado social. La literatura de Maupassant no quiere emocionar, sino desnudar.
6. Maupassant frente a sus contemporáneos
Comparado con otros escritores realistas de su tiempo, como Émile Zola o Balzac, Maupassant es más sobrio, más desencantado. Zola cargaba sus novelas de ideología; Balzac construía universos complejos. Maupassant, en cambio, retrata con bisturí. No busca redimir ni explicar: solo mostrar. En ese sentido, se acerca más a Flaubert, aunque sin la obsesión estilística enfermiza de este.
A nivel temático, Bel-Ami dialoga con obras como La feria de las vanidades de Thackeray, Las relaciones peligrosas de Laclos o El rojo y el negro de Stendhal. En todas ellas encontramos protagonistas que escalan en la sociedad a través del engaño y el encanto. Sin embargo, Duroy es tal vez el menos reflexivo, el más pragmático, el más hueco. Esa falta de profundidad emocional es su fuerza y su condena.
7. Actualidad de la novela: El espejo de la meritocracia rota
La vigencia de Bel-Ami es indiscutible. En una era donde el éxito social parece estar cada vez más desvinculado del mérito, donde las apariencias importan más que los contenidos, la figura de Georges Duroy resuena con inquietante familiaridad. Influencers, políticos, periodistas vendidos: todos pueden encontrar un espejo en este personaje que se desliza sin culpa por entre las rendijas del sistema.
La novela anticipa la banalidad del poder, la estetización de la ambición y la conversión de la vida pública en una performance. No es que la moral haya desaparecido; es que se ha convertido en un recurso retórico más. En este contexto, Bel-Ami es más que una novela: es una advertencia.
8. Valoración de la edición de Alba Minus (Alba Editorial)
La colección Alba Minus, concebida como una versión de bolsillo elegante y accesible, presenta en este caso una edición excelente de Bel-Ami. El formato compacto (14x21 cm) facilita la lectura prolongada sin sacrificar la claridad tipográfica. La encuadernación en rústica con solapas aporta una sobriedad que combina bien con el contenido de la obra.
La traducción de María Teresa Gallego Urrutia destaca por su fluidez y su fidelidad al tono del original. Evita los anacronismos y mantiene la sequedad elegante de Maupassant, algo esencial para que la crítica implícita de la novela no se diluya en el artificio. Las notas al pie son discretas pero informativas, y el prólogo aporta contexto sin caer en academicismos pesados.
Este tipo de ediciones, que combinan rigor filológico con accesibilidad, son esenciales para mantener vivos los clásicos sin encerrarlos en la vitrina del museo literario. Alba Editorial vuelve a demostrar aquí que sabe tratar los textos con el respeto que merecen.
9. Conclusión: El cinismo como espejo literario
Bel-Ami no es una novela sobre el mal en un sentido moral. Es una novela sobre la eficacia del cinismo, sobre la impunidad del encantador de serpientes. Su lectura incomoda porque revela cuánto puede lograr alguien que no se detiene ante nada. Maupassant no ofrece soluciones ni consuelos. Solo nos obliga a mirar.
En un mundo donde los Duroy siguen triunfando, leer esta novela es un ejercicio de lucidez. La edición de Alba Minus hace justicia a este texto fundamental, y convierte su lectura en una experiencia tan fluida como perturbadora. Es un clásico que no envejece porque la ambición, la hipocresía y el vacío moral siguen siendo materia prima de nuestro presente.
Con la colaboración de Alba Editorial.
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