¿De qué va el libro?
Estas cartas de soldados alemanes, seleccionadas entre las que se guardan en el Deutsche Dienststelle de Berlín, nos ofrecen el testimonio directo de quienes lucharon en los diversos frentes, de Francia a la Unión Soviética, durante cerca de seis años. Unos testimonios que comienzan en septiembre de 1939 en Polonia, tranquilos y confiados, que nos relatan en 1940 y 1941 lo que no pasaba de ser un paseo triunfal por Francia, Checoslovaquia, Noruega o Grecia, que en 1942 y 1943 reflejan todo el horror de los combates en Stalingrado o en los desiertos del norte de África, y acaban, en 1944 y 1945, con la amargura de la derrota.
Las cartas se nos ofrecen aquí con su texto completo, acompañadas de información sobre la personalidad y vida de quienes las escriben, porque lo que más importaba no era reunir noticias sobre la guerra, sino tratar de comprender a quienes la hicieron, seres humanos que se encontraron embarcados en una empresa de muerte contra otros seres humanos.
¿Qué me ha parecido?
Nunca había leído nada parecido.
Este libro me ha dejado un mal sabor de boca de no te menees.
NO es un libro sobre la Segunda Guerra Mundial.
ES un libro sobre soldados. No es lo mismo.
El ensayo comienza describiendo cómo se han encontrado las cartas, de qué tipo son y cómo se ha realizado la elección de publicación entre las miles que tienen. También detalla el estado en el que estaban muchas de ellas por culpa del tiempo, la humedad y los malos tratos. Nada que nos pueda sorprender. Después va presentando a cada persona que escribe, ubicándolo en la medida de lo posible en el tiempo y el espacio, a qué regimiento pertenece y si se sabe qué le pasó.
Marie Moutier hace un trabajo enorme con este libro. El modo en el que se presentan las cartas es estremecedor. Nos encontramos con unos soldados de una de las secciones más sanguinarias de la Alemania nazi abriendo sus corazones a sus seres queridos. Es este modo de hablar con quienes quieren lo que nos eriza el vello, sabedores como somos de las tropelías que hacían cuando estaban patrullando.
Sorprende, así, encontrar a un soldado joven enviándole a un amigo una carta en la que queda claro el amor que siente por él, mientras le desgrana una serie de tesoros artísticos que va encontrando a su paso por el país invadido de turno. Hay un amor en esa carta, y un conocimiento cultural tan enorme que deja en shock a quien lo lee, pues no podemos imaginarnos a la persona que firma la carta enarbolando un fusil para matar a un judío porque sí.
Es esta situación dramática lo que provoca que este libro no sea sólo necesario, sino de obligada lectura en edades escolares. Debería trabajarse en Bachillerato y último curso de la ESO. Habría que analizar los por qués, los quién, los dónde y los cuándo, los por qué puedo hacer uno y luego mostrar esta otra faceta, para que podamos entender cómo es el ser humano cuando se le da rienda suelta a su crueldad.
El libro me parece un joya. Las cartas están muy bien escogidas, se agradece, también, que nos presenten al personaje que las escribe diciéndonos qué fue de esa persona, si es que se sabe. Hay una humanidad en todo el sentido de la palabra que abruma, entendiendo a esta con lo bueno y lo malo, pues el ser humano no es puro, tiene múltiples aristas.
Se me ha hecho muy corto, hubiera querido tener otro tomo que ampliara un poco más estas cartas tan personales, algunas magníficamente escritas.
En definitiva, un libro muy recomendable.
Si eres un apasionado de la Segunda Guerra Mundial o te va la historia, no puedes dejarlo escapar.
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