viernes, 19 de marzo de 2021

Lo que queda de mí es tuyo -reseña


¿De qué va la historia?

En Japón, una industria encubierta ha crecido entorno a la "wakaresaseya", esto es: los terminadores de relaciones. Se trata de personas contratadas por un cónyuge para seducir al otro y luego obtener una ventaja en los procedimientos de divorcio al poder acusarles de adulterio.

Cuando Satō contrata a Kaitarō, un agente de wakaresaseya, para que tenga una aventura con su esposa Rina, no cree que todo ello pueda írsele de las manos. Pero lo cierto es que Sato nunca ha entendido realmente a Rina, ni explorado sus deseos. Kaitarō pues deberá hacer aquello que el marido de Rina no se ha dignado a hacer nunca, para así poder enamorarla. Mientras Rina ignora las circunstancias que lo han unido a Kaitarō, ambos se enamoran desesperadamente, lo que les conducirá a un callejón sin salida en el que la propia hija de Rina se verá atrapada.

¿Qué me ha parecido?

Desde que supe que Roca iba a editar este libro he querido leerlo. La sinopsis me atraía mucho. Siempre me ha gustado la temática asiática, sobre todo la nipona; no conocía la figura de la wakaresaseya hasta que leí la contraportada. Esa gente cuyo trabajo consiste en crear un conflicto de la nada para lograr una posterior ventaja en los divorcios. La sola idea me parece de una simplicidad y una maldad pasmosa. Que alguien juegue con otra persona con el fin de herir me parece de lo más ruin que se puede hacer. Da miedo y hace que te preguntes en qué clase de sociedad depravada vivimos. Ya solo por eso, el libro merece la pena.

Hasta que he leído ‘Lo que queda de mí es tuyo’ no conocía a Stephanie Scott. De hecho, durante la mitad del libro he pensado que estaba leyendo a un autor nipón (no me había dado por mirar quién lo escribía). Con esta novela he descubierto que Scott es una escritora con una pluma veraz y una voz muy personal, algo de lo que carecen el 85% de los y las autores/as que hay en el mercado actualmente. Pienso que es una mezcla de varios factores: el modo de enfocar los personajes, las elecciones de narrador y voz que van a tener los capítulos, el tipo de lenguaje, las descripciones…, en definitiva, es una cuestión de estilo.

Me horroriza encontrar libros que presentan buenas ideas, pero estilos nefastos. Hacen que me despegue de lo que me están diciendo, que me resulte incapaz mantener el interés en una historia que, a priori, me provocaba una excitación. Es horrible cuando eso sucede, siento que me han estafado. Quiero que me devuelvan mi dinero. ¡Y ocurre tan a menudo! Qué pocas veces te encuentras con un narrador que sabe lo que quiere (tanto da si es chico o chica), que propone, dispone y cumple lo que promete. Esa persona que te tiende el puente para que cruces sobre el vacío que te separa de una buena historia, de un mundo donde te quieres sumergir. La mayoría de las veces que ves el puente, te pones a cruzarlo y a los tres pasos descubres que solo estabas pisando cenizas. Y caes a la nada, que es como yo veo las historias que llevan a ninguna parte. Esta no es una de esas veces.

Stephanie Scott me ha sorprendido con su historia de la wakaresaseya, que me parece horrible y original a un tiempo. Algo que engancha, un mundo del que quiero saber más. Ha conseguido que quiera cruzar ese puente sobre el vacío.

Me ha gustado mucho la elección de los distintos momentos que componen la historia. Cómo Rina empieza a contarnos su historia y cómo a medida que esta avanza, se van mostrando distintos momentos de distintas personas para componer una imagen 3D de lo que está aconteciendo, de manera que lo que se nos cuenta consigue una amplitud mucho más veraz que si solo fuera Rina quien contara su historia con su propia subjetividad.

Hablando de Rina, me ha sorprendido mucho la densidad y el poso que tienen los personajes, tanto la susodicha como Sumiko tienen una extraña y profunda forma de ver las cosas. No estoy acostumbrado a leer ni a sentir a personajes (mucho menos a estar con gente) que tengan esa poderosa mirada para con el mundo. Hay una belleza extraña y melancólica en ese modo de sentir, tan lejano de esta sociedad consumista, hedonista y egoísta, que estremece.

Otro de los aspectos con los que me quedo de la novela es el modo en que está tratada la ambientación, el tipo de sociedad japonesa, el modo de hacer y comportarse las personas en ella. Hay una verdad intrínseca en la forma en que Scott lo relata, un cierto amargor que me ha recordado, en ocasiones, al Arthur Golden de ‘Memorias de una geisha’, al Murakami de ‘Kafka en la otra orilla’, o a Yasunari Kabawata con su ópera prima ‘La casa de las bellas durmientes’. Me resulta tan atractivo ese tipo de estilo literario limpio, bellamente ambientado, inteligente, a veces comedido y a veces casi doloroso, que hace que esas novelas permanezcan en mi mente mucho tiempo. ¡Qué extraño es que estas cosas ocurran! ¡Cómo se alegran los corazones cuando pasa!

La novela de Scott es una historia bonita, escrita con una pulcritud y un oficio que me han sorprendido. Una historia dolorosa en ocasiones que no deja inmune al lector, sin duda, muy recomendable.

Una autora para descubrir.

Conla colaboración de Roca Editorial.

 

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