La primera es una pregunta que les hacemos a todos los entrevistados. Si tuviera que elegir un menú de tres platos: un primero, un segundo y un postre, ¿Qué tres libros (suyos o de otro autor), elegiría y por qué?
Las mentiras de la noche, de Gesualdo Bufalino, porque me encanta su forma de escribir.
El vientre de la ballena, de Javier Cercas. Fue la primera novela de Cercas que leí y me gustó incluso más que Soldados de Salamina.
El mapa del Tiempo, de Félix J. Palma, por su fantasía, y por la genial explicación que da al misterio que siempre ha envuelto la muerte de Poe.Cuéntenos, ¿qué tal ha llevado el confinamiento? ¿Le ha servido para escribir más o menos?
La verdad es que lo he manejado bastante bien, o eso creo. Intenté mantener el buen humor, y aunque al principio me costó concentrarme, a los pocos días sí aproveché para escribir.
Bien, nos gustaría charlar un poco sobre cómo se hizo escritor. Díganos, ¿cómo y por qué surgió esa necesidad de escribir? ¿Recuerda el momento en el que se dijo a sí mismo: ahora soy escritor?
La
primera vez que me puse a escribir fue justo después de leer El hobbit. Tendría ocho o nueve años,
quizá. Desde entonces no he parado. Siempre digo que todos estamos llenos de
historias, nuestra imaginación es lo que nos diferencia de otras especies, y
muchas de esas historias merecen ser contadas para que perduren.
Pero lo de considerarme escritor es otro cantar. Le tengo mucho respeto a esa palabra, y me costó considerarme a mí mismo así.
Ha publicado una gran cantidad de novelas, ¿hay alguna que signifique más que el resto para usted?
En el momento de escribirlas, cada una de ellas es especial, o así lo sientes cuando te sientas ante el ordenador. Pero si tuviera que decidir, diría tres:
La ciudad gris, pues fue la primera y me entreabrió las puertas del mundo editorial.El secreto de Enola, porque con ella obtuve el Premio Ala Delta de Edelvives, que era mi segundo premio de LIJ y la confirmación de que iba por el camino correcto.
La que estoy escribiendo ahora mismo. La última, la que tienes entre manos o acabas de terminar, siempre es especial. La idea es que vayamos siempre a mejor, porque los escritores nunca dejamos de ser aprendices.
Por curiosidad, ¿es de esos autores que piensa antes en sus posibilidades de venta de una novela antes de escribirla, o prefiere dejarse llevar?
Quizás mi error sea precisamente que no pienso en las opciones de venta. La historia me tiene que atrapar a mí antes que a nadie para ser capaz de dedicar tanto tiempo a escribirla. De hecho, lo mejor que me ha dicho jamás una editora (en este caso, de Kalandraka) fue: “Sabemos que no se va a vender mucho, pero esta historia la queremos publicar”.
Las
editoriales son empresas y tienen que pensar en su negocio, en las ventas, pero
eso, siendo comprensible, los lleva en ocasiones a tomar decisiones que solo se
pueden defender desde el punto de vista económico, no literario. Ya digo, es
comprensible, pero triste.
Como escritor de literatura juvenil, imagino que le gustará este tipo de literatura. ¿Cree que esta literatura diseñada para jóvenes ha cambiado con el tiempo?
En mi opinión, hace unos años tanto autores como editoriales eran más valientes. En ese sentido, como en tantos otros, creo que hemos ido hacia atrás y es una verdadera pena.
¿Se puede competir con las redes sociales y la tecnología a través de la literatura?
Lo ideal sería no competir. Hay tiempo y espacio para la literatura y la tecnología. El problema principal, en España, sigue siendo la falta de apoyo de las autoridades en cuanto a fomento de la lectura, y también que en muchos hogares no hay un solo libro. Para que un niño se sienta atraído hacia lo que esconde un libro, primero tiene que ver que en su familia se lee, y en este país nuestro se piensa todavía que dedicar 10-20 euros a un libro es un gasto absurdo, pero el mismo dinero en un par de copas no es nada. Si viajas en tren por cualquier ciudad europea ves gente leyendo un libro; aquí no sucede igual.Como autor juvenil, ¿consume mucha literatura del género?
Claro. La escribo porque me gusta. No comprendo la ingenuidad de quien afirma que la LIJ es inferior. Pero quizás es que ya vamos mal desde la misma etiqueta.
Una de sus novelas, ‘Departamento de asuntos mágicos’, que publica Anaya, me ha recordado mucho a alguna película de Guillermo del Toro. Tiene una forma de escribir muy visual, y este tipo de novelas no abundan en España, menos si lo escriben españoles. ¿Se da cuenta de que está abriendo puertas a otros? ¿Es consciente del peso que conlleva?
No me he parado a pensar en estar abriendo puertas a otros, así que no siento sobre mí más peso que el de los años, que ya se van acumulando. Sí estoy de acuerdo con lo del estilo visual, pues esa es la intención. Al escribir cada escena la visualizo antes en mi mente, los gestos, los diálogos, todo, e intento que el lector pueda verla también al leer el texto.
Sus novelas se dirigen a lectores entre 10-15 años, aproximadamente. ¿Nunca ha pensado en escribir para los más pequeños? ¿O para adultos?
Es que ahí vamos de nuevo a lo de las etiquetas. Las franjas de edad las ponen las editoriales, y me toca bastante las narices cuando me preguntan, antes de entrar a valorar una obra para su posible publicación, a qué edad la dirijo. Estoy convencido de que una buena novela “juvenil” es una buena novela y punto, apta para lectores de cualquier edad. Veo mucho más acertado el “a partir de X años”. Por una de mis obras, El legado de Olkrann (que consta de cuatro libros en total), recibí mensajes de lectores de diez años y de cuarenta. Ese afán por etiquetar me resulta más negativo que otra cosa.
De todos modos, sí tengo algunas obras catalogadas para más pequeños, como Ahora me encargo yo (Ramaraga) o Un sombrero anda suelto (Algar/Bromera), y también para más mayores, como Memoria herida (Versátil).
Hablemos un poco de su proceso de escritura. Díganos, ¿ha cambiado su metodología con el tiempo? ¿Tiene algún ritual? ¿Cómo es su día a día? ¿Es de esos autores obsesivos, como Rothfuss, que revisa mucho, muchísimo?
Mi método, básicamente, es sentarme cada día a escribir. Planifico, por supuesto, pero no demasiado. Intento tener el principio y el final en mi cabeza, pero en cuanto al resto prefiero que sea la historia misma, y sus personajes, los que me vayan guiando. No tengo ningún ritual ni ninguna manía. Y revisar sí, claro, releo constantemente y hago cambios aquí y allá, pero llega un momento en el que tienes que parar o no terminarías nunca. Lo principal es llegar al punto y final, porque el mundo está lleno de libros a medias.
Termine la frase. Un autor necesita un/a editor/a… y un editor necesita a un autor.
¿Qué tal es su relación con los lectores? ¿Y con las redes sociales?
Con los lectores muy bien, tanto en los encuentros en centros educativos como a través del correo o las redes.Con las redes no tanto. Estoy en Facebook y Twitter, pero no les dedico el tiempo suficiente para sacarles partido.
¿Qué recomendaciones le daría a quien quisiera dedicarse a la escritura?
Que
lea (de todo, no solo del género que más le guste), que escriba cada día aunque
sea una sola frase que tache al día siguiente, que revise y corrija, que sea
autocrítico, que sea cabezota, que no se rinda, que no piense en las ventas…
¡¡¡¡Muchas gracias por la entrevista!!!!
A vosotros.
Foto del autor: www.laverdad.es
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