lunes, 16 de junio de 2025

Middlemarch -reseña

 ¿De qué va el libro?

Dorothea Brooke, a los diecinueve años, ha recibido «una educación para jovencitas comparable a las cavilaciones y opiniones de un ratón pensante», pero, activa e idealista, enamorada de un sesudo erudito en temas mitológicos, desea, «pobre criatura, ser sabia también ella». Con esa altitud de miras contrae matrimonio… y el matrimonio es un fracaso.

Tertius Lydgate, por su parte, joven médico emprendedor, anhela convertir la provinciana ciudad de Middlemarch a la «cultura científica», desafiando prejuicios e implantando reformas: a la bella Rosamond Vincy el talento del joven le suena a «una condecoración en la solapa o un ilustrísimo delante del nombre» y está convencida de que casándose con él accederá a una gloriosa vida social. También su matrimonio es un fracaso.

Y, en tercer término, Fred Vincy, el muchacho superfluo y sin vocación, y Mary Garth, la muchacha hacendosa y prudente, se gustan, se separan, se ponen a prueba y se vuelven a encontrar antes de consagrar ese vínculo al que sólo la experiencia y la resistencia parecen garantizar la fortuna y la felicidad.

Middlemarch (1871-1872) es la historia de tres parejas sujetas a los frágiles hilos del saber y el error, entretejida con la crónica minuciosa de los destinos de toda una comunidad en una época de cambios y reacción. Quintaesencia de la novela victoriana, George Eliot marcó con ella un hito en la historia de la literatura universal.

 

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Middlemarch o el mapa de todas las almas: George Eliot y la vida en provincias

Cuando Virginia Woolf escribió que Middlemarch era "una de las pocas novelas inglesas escritas para adultos", no exageraba. En un mar de ficciones victorianas que alternaban entre la caricatura social y el melodrama doméstico, George Eliot (seudónimo de Mary Ann Evans) entregó una obra que es a la vez tratado filosófico, ensayo histórico y novela coral. Más que una historia, es un universo. La reciente edición de Alba Editorial en su colección Clásica Maior reaviva el interés por este clásico absoluto, ofreciendo una traducción esmerada de José Luis López Muñoz en un formato tan sobrio como bello.

 

I. El proyecto de Eliot: mirar desde dentro

Mary Ann Evans nació en 1819 en Warwickshire, Inglaterra, en el seno de una familia conservadora. Su educación fue notable para una mujer de su época: estudió alemán, latín, italiano y fue una lectora insaciable. Pronto se separó del dogma religioso y comenzó a colaborar como editora y ensayista. Su relación con el filósofo y crítico George Henry Lewes fue tan duradera como escandalosa: vivieron como pareja sin casarse, desafiando la moral victoriana. Bajo el seudónimo masculino George Eliot, Evans publicó novelas que poco a poco conquistaron a lectores y críticos: Adam Bede (1859), El molino junto al Floss (1860), Silas Marner (1861) y, finalmente, Middlemarch (1871-1872).

El objetivo de Eliot era claro: elevar la novela al rango de estudio serio de la condición humana. En Middlemarch, subtitulada significativamente Un estudio de la vida en provincias, despliega esa ambición con una profundidad y una amplitud que aún hoy resultan pasmosas.

 

II. Una estructura coral

La novela entreteje diversas tramas ambientadas en la ficticia ciudad de Middlemarch entre 1829 y 1832. La figura central es Dorothea Brooke, una joven inteligente e idealista que aspira a una vida de significado moral e intelectual. Se casa con el reverendo Casaubon, un erudito seco y egocéntrico que promete una vida de estudio compartido, pero le entrega una existencia de frustración.

Paralelamente, el joven médico Tertius Lydgate llega a la ciudad con ideas modernas sobre la medicina. Se casa con la frívola Rosamond Vincy y lucha por implementar cambios en un sistema que lo rechaza. Fred Vincy, hermano de Rosamond, protagoniza una tercera línea narrativa, más modesta, que gira en torno a su maduración personal y su relación con Mary Garth.

A estos hilos se suman decenas de personajes: el banquero Bulstrode, el parlamentario reformista Brooke, el político Will Ladislaw, entre otros. Eliot construye una auténtica sociología novelada, una red de relaciones sociales, morales y económicas, donde cada gesto individual tiene consecuencias sistémicas.

 

III. El estilo y el lenguaje: la prosa de una moralista lúcida

Eliot escribe con una prosa rica, densa, a menudo ensayística. La narradora omnisciente no se limita a describir: opina, interpreta, juzga. En sus digresiones, la narración se convierte en ensayo; en sus descripciones, en pintura moral.

La ironía eliotiana es más sutil que la de Jane Austen y más empática que la de Thackeray. A menudo, Eliot anticipa los actos de sus personajes con observaciones como: "Es tan difícil no creer que uno sabe lo que siente el otro". Estas frases no solo iluminan la acción, sino que ofrecen una suerte de pedagogía emocional.

Cada capítulo comienza con un epígrafe literario o filosófico: Pascal, Dante, Wordsworth, Goethe. Eliot sitúa su novela dentro de una tradición intelectual europea, subrayando que su mirada es universal, no meramente provincial.

 

IV. Los grandes temas

1. El idealismo femenino. Dorothea es un personaje inolvidable no por sus actos heroicos, sino por la intensidad con que anhela una vida con propósito. La decepción de su matrimonio con Casaubon no la destruye: la transforma. Su historia anticipa debates sobre el rol de la mujer que hoy siguen vigentes.

2. Ciencia y progreso. Lydgate representa al científico moderno que choca con la tradición, la ignorancia y la corrupción. Su tragedia —no trágica en el sentido clásico, sino profundamente humana— radica en su derrota a manos de la mediocridad social y de sus propias ilusiones sentimentales.

3. Política y reforma. Ambientada en vísperas de la Reforma de 1832, Middlemarch aborda las tensiones entre conservadurismo y progreso. Pero Eliot no escribe panfletos: muestra cómo los sistemas políticos afectan a personas comunes.

4. Religión, culpa y redención. Bulstrode, el banquero piadoso con un oscuro pasado protagoniza una de las líneas más tensas de la novela. Su caída no es ejemplarizante, sino profundamente ambigua, lo que revela la complejidad de la ética eliotiana.

 

V. Recepción crítica: del rechazo al canon

La publicación serializada en ocho partes (de diciembre de 1871 a diciembre de 1872) tuvo una acogida desigual. Algunos críticos encontraron la novela excesivamente lenta y moralizante; otros elogiaron su alcance. Henry James, con su típica agudeza, admiró la construcción psicológica de Rosamond, aunque consideró que Will Ladislaw era un héroe débil.

Con el tiempo, sin embargo, Middlemarch fue elevándose en el canon. En el siglo XX, Virginia Woolf, F. R. Leavis y Harold Bloom la situaron entre las cumbres de la literatura universal. Hoy figura en las listas de mejores novelas de todos los tiempos, como las de Modern Library o la BBC.

 

VI. Comparaciones: Eliot y sus contemporáneos

Comparada con Jane Austen, Eliot ofrece un mundo más amplio y moralmente complejo. Austen se ocupa de los modales y los matrimonios dentro de una clase social definida; Eliot examina los vínculos entre clases, el papel del dinero, la ciencia, la política, la fe.

Frente a las Brontë, Eliot es menos tempestuosa y más analítica. Donde Charlotte Brontë escribe con fuego, Eliot escribe con claridad. Gaskell comparte con Eliot el interés por la condición femenina y la cuestión social, pero carece de su profundidad filosófica.

En el plano europeo, puede compararse con Tolstói, Balzac o Flaubert. De Tolstói toma la amplitud; de Balzac, la visión sociológica; de Flaubert, el interés por la interioridad, aunque sin su cinismo.

 

VII. La edición de Alba Editorial

La edición de Alba Editorial es un verdadero regalo. Su encuadernación sobria, su tipografía cómoda y su traducción respetuosa con el estilo original hacen justicia a la ambición de Eliot. El traductor, José Luis López Muñoz, logra mantener el tono elevado y reflexivo sin caer en el anacronismo ni el exceso de literalidad. El aparato de notas es discreto pero útil.

Esta edición permite leer Middlemarch como fue concebida: no como una lectura apresurada, sino como una experiencia intelectual y emocional que requiere —y merece— atención.

 

VIII. Conclusión: una novela para nuestra época

Middlemarch es una novela sobre el fracaso y la perseverancia, sobre los ideales truncados y las pequeñas victorias del alma. Ningún personaje logra lo que soñaba, pero todos —en mayor o menor medida— logran algo que les permite seguir adelante. Eliot no escribe para consolarnos: escribe para enseñarnos a mirar con hondura.

En tiempos de ruido narrativo y gratificaciones inmediatas, Middlemarch nos recuerda el poder de una prosa que piensa, que observa, que interpela. Leer a George Eliot no es solo leer una historia: es entrar en un espejo de nuestras vidas morales. Un clásico, en el sentido más exigente y necesario de la palabra.

Con la colaboración de Alba Editorial.

 

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