lunes, 23 de noviembre de 2020

La noche de plata -reseña

 

¿De qué va la historia?

Viena 1993. Una niña desaparece en un mercadillo de Navidad

Viena 2020. La policía encuentra un esqueleto infantil en el jardín de una casa de las afueras.

Carola Rey Rojo, especialista en secuestros y homicidios infantiles, y madre de la niña desaparecida veintisiete años atrás, ahora en excedencia de la policía española, vuelve a Viena con el encargo amistoso de deshacer la biblioteca de un marchante de arte recientemente fallecido.

Junto con su amigo y colega, el inspector-jefe Wolt Almann, se verá envuelta en una trama que pondrá en evidencia que nadie es lo que parece y que uno nunca acaba de conocer a los demás, ni siquiera a sí mismo.

Lo que parecía un cold case se complica cuando, ahora que todo parecía casi definitivamente superado, otra niña desaparece en el mercadito de Navidad de la ciudad imperial de Viena, la esplendorosa ciudad de la música y el arte que oculta tras las fachadas de sus bellas casas los más oscuros secretos.

 

¿Qué me ha parecido?

La respuesta corta es que está muy bien.

¿Y la larga?

Aquí la tienes. Que haya calma. Que no panda el cúnico. Pienso que Elia Barceló tiene una pluma envidiable.

¿Por qué lo digo?

Pues porque me ha gustado mucho ‘La noche de plata’, aunque me ha costado un poco avanzar, sobre todo los cuatro primeros capítulos me resultaron un poco lentos y farragosos; a partir del quinto ya me enganché, y del nueve en adelante ya iba sobre raíles. Encuentro, como digo, un poco lento el inicio. Siento que la llegada de la Carola y el inicio de todo el mejunje se hace un poco lento, pero una vez metidos en harina, hay que arremangarse porque nos vamos a ensuciar hasta los codos. Como si no nos gustara… Si Carmen Mola levantara la cabeza…

‘La noche de plata’ es una historia que quizá no catalogaría como negra, creo que tiene muchos adjetivos aplicables y no solo el de ser una novela de detectives o asesinatos. Y lo digo como algo totalmente positivo. Aquí no hay un malo, un bueno y un asesinato. Es un poco más complejo; o al menos así lo he percibido yo.

Esta novela tiene muertes, búsquedas de asesinos y todo lo que requiere el género, sí, pero también hay una profundidad psicológica, y me atrevería a decir que sociológica, brutal. La parte cognitiva, los modos de hacer y comportarse, los traumas, los «no debería, pero sino lo hago reviento», forman un conglomerado en la trama que la vuelve densa y fría. Como dije en tuiter: leer a Elia Barceló te da frío mucho frío; sabe a niebla y viento. Y es cierto. Y lo es porque Elia Barceló tiene una capacidad innata para crear atmósferas desasosegantes, y para perfilar la psique humana. Porque no todos somos blancos o negros, y porque la gama de grises varía según cada persona de una forma alucinante.

¿Por qué digo que tiene una carga sociológica importante?

Porque durante toda la lectura he tenido una sensación muy vívida, una imagen que no se me iba de la cabeza: Elia Barceló investigando al ser humano como ser humano que hiere y hace daño. Siento que la autora ha pensado mucho en qué hace que nos convirtamos en asesinos. ¿En qué momento rompemos el hilo de la tranquilidad, de la humanidad, y nos convertimos en otra cosa? ¿Y por qué? Leo ‘La noche de plata’ y me provoca un pensamiento sobre cómo se genera un asesino en serie. ¿Hay algún momento en el que su cerebro haga ‘clic’ y se conecten dos zonas que no deberían conectarse y estalle todo? ¿O, más bien, es algo que se va gestando día a día, sin que uno se dé cuenta? Todas estas preguntas que me genera el libro son un plus. Odio las historias que no me hacen salir de mi zona de confort. Y Elia me saca a trompicones, me arrincona en la pared y me obliga a meditar y a preguntarme: y yo, ¿cómo soy?

‘La noche de plata’ es un novelón con un asesinato y una búsqueda, pero no es una historia de género per sé. La encuentro más un compendio de lo que, a buen seguro, le gusta a la autora. Tiene acción, suspense, partes oscuras, zonas de terror, pero también otros muchos momentos de la novela hilvanan ecos de nostalgia, de añorar lo que fue, de sentirse vacío/a. Esta es una novela un poco incómoda. Te provoca muchas sensaciones distintas, no siempre placenteras. Salvo que sarna con gusto, no pica, claro, ya que leo el libro porque me apetece. Y pienso que está bien querer leer algo que sabes que te va a incomodar. Estoy un poco harto de que la mayoría de los libros que se publican actualmente parece que carezcan de alma, te dejan totalmente indiferente. Si un libro no te remueve, no te provoca una meditación posterior a la lectura, no te sirve de nada porque no ha cumplido su labor.

Sobre los personajes, diré que me ha gustado más el personaje de Wolff que la propia protagonista, aunque tampoco sé muy bien por qué. Quizá me ha parecido más cercano y me ha costado menos empatizar con su forma de ser, más cercana a la mía. ¿Es malo? En absoluto. Me encantan Severus Snape, Draco Malfoy, Arya Stark, Pippin, el señor Sempere, y tantos otros secundarios de lujo.

¿Y el ritmo?

Un poco lento al principio, como dije, pero metidos en harina, se me hizo casi incluso corto, aunque sí he notado, unas pocas veces, que Carola divaga. Hay ciertos pasajes que los hubiera acortado, porque me han provocado ganas de pasar la página a ver qué ocurría luego, y tan malo es provocar eso en el lector como hacer que cierre el libro.

Por último, la edición del libro. Inmejorable. A la altura de cualquier novedad extranjera; de hecho, tiene mejor portada que el último libro de Verdon.

¡Que nadie diga que en España no sabemos escribir novela negra, porque miente!

Con la colaboración de Roca Editorial.

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