La primera es una pregunta que les hacemos a todos los entrevistados. Si tuviera que elegir un menú de tres platos: un primero, un segundo y un postre, ¿Qué tres libros (suyos o de otro autor), elegiría y por qué?
R — Primero, "El manantial", de Ayn Rand, porque es el libro que me cambió la vida a los 17 o 18 años. Segundo, "El filo de la navaja", de William Somerset Maughan, porque siempre quise parecerme al prota. De postre, "Las mil y una noches", porque fue mi libro de cabecera en la infancia, y el primero que tuve de propiedad.
Cuéntenos, ¿qué tal ha llevado el confinamiento? ¿Le ha servido para escribir más o menos?
R — Menos. De pronto todo Dios ha querido entrevistarme, por mail o a través de zooms y demás inventos, o que les grabara mensajitos con el móvil o... Una locura. Se ve que la gente se aburría, no sabía qué hacer, y estoy hablando de 25 países de habla hispana. Ha sido un bombardeo total, con días en que no he hecho otra cosa que atender peticiones. Antes, aun cogiendo 50 aviones cada año, escribía más, racionalizaba mi tiempo midiéndolo al milímetro. Ahora es imposible. La gente debe creer que estoy en casa sin dar golpe.
Bien, nos gustaría charlar un poco sobre cómo se hizo escritor. Díganos, ¿cómo y por qué surgió esa necesidad de escribir? ¿Recuerda el momento en el que se dijo a sí mismo: ahora soy escritor?
R — Necesitaría al menos 20 páginas para contarlo. Recomiendo ver mi web, <sierraifabra.com> o visionar el programa de Aprendemos Juntos que está en You Tube a través del enlace: https://youtu.be/eZPcCyFSN-Y. Resumiéndolo diré esto: era tartamudo, con 8 años tuve un accidente y como no podía leer (ya leía un libro al día) me puse a escribir. Descubrí que escribiendo no tartamudeaba y decidí ser escritor. Lo habría sido igual, nací para esto, pero lo decidí con 8 años y nunca hubo un plan B pese a la oposición de mi padre y al hecho de que en la escuela decían que era un inútil De los 8 a los 12 años hice novelas de 100 páginas (están expuestas en el Museo de la Fundación en Barcelona), a los 12 hice una novela de 500 páginas y para entonces ya lo tenía muy claro. Siempre me sentí escritor. No se trata de publicar o tener éxito: se trata de sentirte que lo eres.
Es muy prolífico. ¿Tiene un tope de palabras a escribir al día? ¿Cómo es su día a día?
R — Cuando hago una novela me levantó a las 10 de la mañana, me lavo, desayuno, miro el correo y me pongo a escribir a las 11, hasta las 15 horas. Como, veo el informativo y leo un par de periódicos más el libro de turno. Vuelvo a las 16,30 al ordenador hasta las 20,30. Paro, ceno y veo una o dos películas cada noche antes de acostarme (mejor cine, pero ahora imposible). Me acuesto a la 1 de la madrugada y duermo 9 horas. Por lo general, dependiendo del libro (siempre teniendo antes el guión hecho, la planificación minuciosa lista) suelo hacer entre 15 y 25 páginas.
Trabajando tanto, ¿no tiene miedo a estornudar y que se le escape una metáfora por la nariz? ¿O que le dé el síndrome del túnel carpiano?
R — Nunca he tenido bajones, depresiones, síndromes, miedos a la página en blanco o a quedarme seco y sin "inspiración". Eso son chorradas que quedan bien en las películas, cuando se presenta a un escritor torturado, borracho, oh, ah. Para empezar no fumo, no bebo, jamás me he drogado... Me encanta lo que hago, es mi vida y la vivo al mil por cien escribiendo.
Por curiosidad, ¿cuántas historias sin contar pululan por su mente en este momento? ¿Cree que ya ha escrito su mejor historia? Si es así, ¿cuál es?
R —Tendría que vivir mil años para escribir todo lo que llevo dentro, más los que se me ocurre cada día. Basta con leer el periódico para que te asalten tres ideas al día, o viajar y hablar con la gente (una campesina en el Tibet o un pescador en Samoa pueden contarte historias maravillosas, y, si no, basta con conocerlos). Soy una parabólica con patas. Capto energía, sin parar. ¿Mi mejor historia? Siempre es la próxima. Sigo aprendiendo, probando, experimentando...
¿La relación entre un editor/a y un autor/a es importante?
R — Si, pero por la amistad, no por lo que la gente imagina acerca de que el editor orienta, corrige, habla o es tu jefe. Mis libros los firmo yo, nadie los toca. Mis editores me dicen sí o no a publicarlos. Si es sí, punto. Luego que no me vengan con que cambie tal o cual cosa. No admito censuras. Puede que la editorial se juegue su dinero, pero yo me juego el nombre y es todo lo que tengo. Acepto mis errores, no los de los demás. En 50 años nunca me he peleado con un editor, aunque me devuelva un libro y no lo publique.
Con tanta producción, ¿queda tiempo para la lectura? ¿Qué está leyendo ahora mismo si es que lee algo?
R — Como he dicho antes, leo un par de periódicos al día (lo más importante, lo que me llama la atención, porque no leo noticias, busco historias), y luego siempre un libro antes de volver a la novela que esté haciendo. Por lo general leo mucho de mis amigos del mundo infantil y juvenil, para ver en qué andan. Las Fundaciones editan la revista trimestral on line, gratuita, www.lapaginaescrita.com, y eso requiere estar al día.
También leo todo tipo de novelas, de todos los géneros. Mi mujer me hace de filtro, sabe que no soporto las novelas solo narradas, que necesito los diálogos y la agilidad. Últimamente también me he zampado algunas biografías, la de Woody Allen, la de Elton John...
¿Cómo sería su lector ideal y por qué?
R —Cuando escribo no me pongo una foto delante, ni pienso en quien va a leerme. Odio las etiquetas. Muchos padres me dicen que entienden a sus hijos adolescentes a través de mis libros, y muchos jóvenes leen mis novelas adultas para ir un poco más allá de lo que se supone que les toca. Yo no escribo PARA jóvenes, escribo DE jóvenes, que es muy distinto. Así que mi lector ideal es aquel que me lee simplemente porque sabe que un Sierra i Fabra es un libro que le entretendrá y le aportará algo, independientemente de si es novela policiaca, ciencia ficción o histórica.
Complete la frase: un escritor no debe…
R — Hacer caso de nadie. Ni lo bueno ni lo malo aporta nada. Lo bueno puede hacerte bajar la guardia, creerte el rey del mambo, y lo malo deprimirte. Escribe, nada más.
Diga si es verdadero o falso. Jordi Sierra i Fabra es el Stephen King de la literatura juvenil en España.
R — Nooo... Stephen King es monotemático (a pesar de tantos libros y películas basados en ellos, que para algo es yanqui). Yo he hecho de todo, he abordado todos los géneros, he escrito canciones, una ópera, cómics, teatro, radio, cine, televisión... En Estados Unidos me dijeron incluso que yo era como él multiplicado por tres. A lo largo de mi vida me han llamado "el Isaac Asimov español", "el Frederick Forsyth español", ahora "el Stephen King español". Pues bueno. No lo considero un halago, es parte del juego y lo acepto.
¿Se
puede competir con las redes sociales y la tecnología a través de la literatura?
¿Qué opina de los concursos y las agencias literarias?
R — Yo soy quién soy gracias a los concursos. Era muy famoso como comentarista musical, pero si no hubiera ganado los primeros premios literarios que gané... Tenía 28 años con el primero, 31 con el Ateneo de Sevilla... Un tipo con el pelo largo que vestía en el Londres rockero aquí era sospechoso. Los premios me dieron visibilidad. Todavía hoy me encanta competir, me va la marcha, es un morbo (y hablo de premios "legales", limpios, como son todos los de la LIJ preferentemente). Me han dado o he conseguido 46 en 48 años. Últimamente, sin embargo, por la edad, me dan muchos honoríficos (Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Creu de Sant Jordi, Enderrock Estrella por mi contribución a la Historia de la Música patria, el González Ledesma por mi contribución a la novela policiaca española...). De las agencias puedo decir poco. Nunca tuve agente hasta hace diez años, y solo acepté a una amiga personal, para que manejara mi narrativa adulta. El resto me lo hago yo, me encanta el trato con mis editores, hablar con ellos.
¿Qué tal es su relación con los lectores? ¿Y con las redes sociales?
R — Una cosa son los lectores y otra las redes sociales. Veamos, con mis lectores el trato siempre ha sido maravilloso, directo. Mi casa está siempre abierta para quien quiera verme, respondo a todos los mails personales, respondo a todas las entrevistas que se me hacen, bien sea de una escuela o de un blog, siempre he estado con gente joven, por ser lectura de referencia en escuelas o por las Fundaciones Sierra i Fabra. En cambio las redes sociales las detesto. La Fundació Sierra i Fabra si tiene, y es suficiente para informar de mis actividades. Pero yo... Para mí todo eso no es más que ruido, ruido, ruido, gritos, exhibicionismo... Cuando empezó esta locura lo avisé. Es absurdo. Algo que debía ser útil y bueno se ha convertido en una salvajada. Si yo tuviera Twitter y dijera A, habría muchos que dirían "Jordi ha dicho A. Por algo será, claro. Es Jordi". Pero habría otros más que dirían: "Ya está, ¿quién se cree que es ese imbécil? ¿A? ¿Y por qué no B, C o D?". Estas guerras me parecen idiotas, como clicar "me gusta" porque una famosa salga en bikini. Y lo de Instagram... En plena pandemia y una famosa sale en un yate tomando el sol y, encima, un millón de fans babean y le dicen que "les gusta". ¿Les gusta qué, que les muestre lo buena que está y lo bien que vive mientras tú, pringado, estás encerrado en casa?
Complete la frase: si quiero triunfar en la literatura debo…
R — Escribir todos los días. No hay más.
¡¡¡¡Muchas gracias por la entrevista!!!!
Podéis encontrar al autor aquí:
Web.
Y, por supuesto, ¡en sus libros!
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